lunes, 7 de mayo de 2012

Las Sanjuaneras 1976: algo más que unas fiestas


Treinta y tantos años después  todavía son recordadas por muchos estas fiestas Sanjuaneras de Arucas, que por calidad y esplendor, cantidad y amplitud de actos, motivaron un alto nivel de participación popular en las mismas. Y así fue reconocido, tanto entonces como después, recibiendo los mejores comentarios y elogios de muchas personas que lo han refrendado.

Puertas adentro, en el corazón de las mismas habitaban muchos sufrimientos, esfuerzos, y circunstancias que fueron superados por la voluntad que animó a ese extenso y variado grupo de personas que conformaron la Comisión Organizadora de Festejos, que abierta a los vecinos no incluía ningún concejal municipal conforme al acuerdo previo. Tuvimos que guardar también muchos silencios para no perjudicar los festejos.

De alguna forma estas fiestas fueron en sí mismas un ensayo sociológico de los escasos que habían acontecido en nuestra ciudad, comportando todo un hito en los tiempos que corrían, y que merecen ser contados. Me atrevo a hacerlo desde mi amplia perspectiva, pues concurre en mí el orgullo y satisfacción de haber sido el catalizador de los irrenunciables ánimos de cada uno de los integrantes de ese grupo de jóvenes de entonces, que representando a nuestra generación quisimos demostrar con nuestro buen hacer que existían otras formas de convivencia y de conciliación para apasionar a su pueblo, convirtiendo un programa de festejos en el mejor y más perfecto vehículo trasmisor de cultura sin fronteras.

LOS TIEMPOS QUE CORRÍAN
En el mes de junio de 1975 tomaba posesión el nuevo alcalde de la ciudad Manuel F. Pérez y Pérez; Manolo, como le conocíamos todos los de nuestra generación. Con nuestros escasos 27 años de vida, él había accedido a la alcaldía en el final de la Dictadura Franquista. Mi personal salutación « A un joven de España » publicada el día de San Juan del mismo año en el Eco de Canarias, quería refrescar y recordar al amigo de la infancia distintas demandas sociales del municipio de todos conocidas, y le animaba a su resolución.

Su nombramiento, un tanto sorpresivo para aquellos que ya se creían con el bastón de mando, daba crédito a su incipiente expectativa cuando años antes había amenazado al anterior alcalde con « la reconstrucción piedra a piedra del viejo Parque de San Sebastián », popularmente conocido como de los gansos por la desocupación de sus moradores habituales. Había sido demolido para construir la fuente de Doramas en lo que hoy conocemos por Plaza de la Constitución, fuente ya trasladada al Lomo de Arucas.

Paradojas de la historia, una actuación dictatorial que borraba señas de identidad histórica y talaba laureles centenarios, dará paso a una plaza hoy llamada de La Constitución, carta magna que deslegitima estos usos antidemocráticos.

Un día de ese verano, coincidimos en la Playa de San Andrés y, sin saber cómo, posiblemente hablando de las recientes fiestas de San Juan, recordábamos aquellos años de chiquillos cuando en el Parque de San Juan competíamos con nuestras tricicletas, o de cuando ya diecisieteañeros, pretendíamos a las que serían nuestras respectivas mujeres también amigas de la infancia, nos atrevimos a construir carrozas para participar en la Batalla de Flores. El primer año, con una escena de cacería, con la mala fortuna que nos saquearon el conejo que asábamos durante la exhibición con tanto confetis. Otro, ya fueron dos carrozas, una alegoría del rodaje de una película del Quijote y Sancho Panza, y la otra de una Góndola veneciana.

Entre estos añorados recuerdos infantiles y juveniles en torno a nuestras fiestas patronales, hablamos de lo que debiera contener un programa de festejos, para que con su gran poder de convocatoria fuera aprovechado para sacar la cultura a la calle, o para traer algunas de sus manifestaciones escasamente conocidas aquí. También de las posibilidades que podrían deparar las mismas como promoción social y turística, y como no, para la implantación de algunas actividades artesanas que posibilitaran de alguna forma que Arucas dejara de ser una simple parada de las guaguas turísticas para ver nuestra catedral. Apostábamos por otra forma de organizar unos festejos.

En noviembre de ese año moría Francisco Franco después de una larga y sostenida agonía, y en el horizonte con cierto temor se vislumbraba un nuevo futuro sin el Cara al Sol, y ya se debatía entre la reforma o la ruptura. En cualquier caso se presuponía que cualquiera que fuera la opción elegida, el color rojo dejaría de conocerse como encarnado, acabando así con la fobia. Nunca hubieran imaginado que la selección nacional de futbol sería conocida como La roja.

EL PRIMER PASO DE LAS SANJUANERAS
Posiblemente influyó en nosotros esta situación cambiante, que podría abrir la puerta a una nueva manera de entender de los festejos de un pueblo, tal como ya lo habíamos comentado. Sin más pausa, en diciembre de 1975 le presenté al amigo y alcalde un amplio borrador de lo que podrían ser las próximas fiestas. En el mismo ya se decía:

Quienes este año reciban de la ciudad la tarea de construir sus fiestas mayores, deberán tener sobre su ánimo la clara conciencia de que sepan conjugar en el programa, todo aquello que complazca a los aruquenses que estamos, niños, jóvenes y adultos, y a los forasteros que nos visiten. Arucas debe ser la anfitriona amable de parientes, amigos y forasteros. De su visita se beneficiarán directamente sus ciudadanos.

Detallaba a continuación una serie de actos, de relativo bajo coste, pues ya apuntaba ...Sé de los márgenes económicos en que se desenvuelve el Ayuntamiento.... Era de dominio público que las arcas municipales habían quedado vacías después de años gastados en flores y faroles para que nos conocieran por la ciudad de la luz y de las flores, en parte reminiscencia de la prosa y poema de Federico Carranza en la Voz del Norte de 22 de noviembre de 1931, aún cuando las carencias sociales fueran muchas.

La gran mayoría de los actos incluidos en dicho borrador aparecerían después en el definitivo programa de festejos, y para ello la primera decisión era la constitución de una Comisión abierta a los vecinos, en la que deliberadamente no participarían Concejales de la Corporación, y esta exigencia no obedecía al perfil político o social que éstos pudieran tener. Respondía exclusivamente a la necesidad de evitar el rechazo social a la participación en la misma de personas que representaban un cambio generacional y otra forma de entender las cosas.

EL SEGUNDO PASO: LA COMISIÓN ORGANIZADORA DE FESTEJOS
Con la entrada del nuevo año, sin que pueda precisar exactamente cuándo, en el mes de marzo ya nos estábamos reuniendo en la Casa de Gourié. A la primera reunión comparecieron aproximadamente entre quince y veinte personas, prácticamente todos veinteañeros, unos con más años y otros con menos, unos con unas aficiones políticas y algunos con otras que aún no estaban permitidas, pero todos con la voluntad de colaborar. Recuerdo que una de las primeras frases que dije, fue aquella de « Les pido dejen fuera las banderas ».
 
Acertada que fue la misma y bien acogida por todos, se relajaron las composturas formales, comencé por comentar las normas no escritas de cómo nos organizábamos, y tras leer el borrador redactado, se dio paso a un auténtico vendaval de ideas.

De alguna forma, todos habíamos estado esperando, sin saberlo, un gesto, una señal, para ponernos en marcha en favor de unos auténticos festejos para Arucas. Es difícil, muy difícil, recordar ahora a todos los que participaron. Me atrevo a dar una serie de nombres con la certeza de que faltan muchos: mis hermanos Pepe Luciano y Javier, y, los también hermanos Jorge y Ricardo González, los tres Pedro, Almeida, Ferreras y Hernández, Luis Carlos Falcón, Tomás Pérez, Juan Caballero, Rafael Cabrera, Santiago Santana, ..... y lo que si tengo claro, es que éstos además sumaron a muchos más que progresivamente fueron incorporándose, si bien a unos muy pocos de los que fueron a la primera reunión, no volvimos a verlos. Posiblemente alguno de ellos recuerde el nombre de todos los que participaron.

La incorporación voluntaria de otros iba permitiendo que un grupo se encargara de los actos deportivos, otro de los culturales, otro de los infantiles, otro de la romería, otro de las carrozas y de las murgas, etc., pero todos hacían por todos los actos.

Celebrábamos reuniones periódicas y en un gran calendario que teníamos fijado en la pared, íbamos confirmando los actos, los actuantes, los invitados, las fechas, las horas, etc. Avanzábamos con decisión en la configuración del programa definitivo.

Disponíamos de la Casa de Gourié, y más adelante, de la conocida como Casa de la Falange en la calle de León y Castillo número 14, y casualmente, alguna triste sorpresa nos depararon. En la primera habían amontonado muchas cajas con papeles de los archivos municipales, y entre ellos alguien encontró un expediente sancionador a un cabo de la policía local por «... no haber realizado el saludo marcial a la señorita María ...» (Sic), conocida falangista, por más señas, soltera de vestir santos.

En el otro edificio nos tropezamos, y utilizo este verbo porque nadie los buscó, con los archivos de la Falange, donde estaban fichados muchos aruquenses, con  anotaciones sobre sus afinidades y debilidades, por no llamarlo de otra forma. Daban crédito a las historias de los sótanos de la postguerra que contaba maestro Tomás Quintana cuando pintaba la casa de mis padres. Eran los tristes y lamentables recuerdos de una vieja historia para nosotros. Pedimos que los retiraran de allí y así se hizo. No queríamos tener nada que enturbiara la normal convivencia y el respeto que allí se había alcanzado.

FABRICAR DINERO CON LA RIFA DEL ARCO
Conocíamos que los recursos económicos que disponía el Ayuntamiento tenían sus límites, mayormente la compleja burocracia, lo que impedía disponer de pequeños fondos para hacer frente a los pagos inaplazables, y hubo que inventarse algún sistema que agilizara esta necesidad apremiante.

Aunque pudiéramos disponer de la recaudación que aportaba la venta de números o boletos para la Rifa del Arco como expectativa válida, teníamos claro que aunque todos nos pusiéramos a vender números, faltaban meses para la fiesta y era difícil convencer,  pero surgió una gran idea que además aportaba ventajas participativas.

Y así, cuando alguna asociación de vecinos o similar iba a colaborar en alguno de los actos y nos pedía alguna aportación económica, se nos ocurrió entregarle una cantidad equivalente en números del Arco, para que los vendieran y con el valor de lo vendido hacer frente a los gastos que tenían. Sin quererlo, habíamos inventado algo así como la Fábrica de la Moneda, y por ello se encargó la nada despreciable cifra de cien mil boletos del Arco en las primeras tiradas.

Paralelamente, la labor de venta de los boletos por parte de la asociación tenía el efecto multiplicador sobre la participación ciudadana en las próximas fiestas. Con ésta fórmula llegamos a la venta de 35.740 boletos para el Arco, con igual contravalor en pesetas.

Pero también los boletos del Arco fueron utilizados como entradas para las Verbenas Sanjuaneras que se programaron, de tal forma que quien quisiera acceder al recinto de la Plaza de San Juan donde se celebraban, tenía que adquirir como mínimo diez boletos del Arco, es decir, diez pesetas.

El tradicional Arco se componía de racimos de plátanos y una becerra donados por agricultores aruquenses, siendo sorteado terminadas las fiestas el 12 de julio y recayendo el premio en el número 77.699 que fue comunicado en los periódicos de la provincia.

EL ESCENARIO EN LA CALLE
Como partíamos con la clara idea de sacar la cultura a la calle, con lo que evitábamos el mayor coste de alquiler de una sala cinematográfica durante muchos días y lograríamos un mayor aforo de público, desde el primer momento nos propusimos construir en el Parque de San Juan una caja escénica, que instalaríamos sobre una plataforma del Cabildo. Como sabíamos que esta plataforma se la prestaba a todos los ayuntamientos, siguiendo el orden de petición, la pedimos desde abril hasta julio, y con esta anticipación dispusimos de ella y de las sillas sin mayores problemas y competencias.

La caja escénica se fabricó in situ con 34 cuadradillos de hierro de ocho metros y 60 paneles fenólicos resistentes al agua de lluvia, pues ya sabíamos que por San Juan, siempre nos acompañan. Costó en materiales 72.315 pesetas y la mano de obra ascendió a 15.000 pesetas. Al Teatro Pérez Galdós le pedimos prestada una gran moqueta que cubrió todo el piso de la plataforma. Los dos o tres micros y los cuatro altavoces de pera, era a lo más que podíamos aspirar en aquellos tiempos.

Hoy cuando vemos tanto atrezo de cajas escénicas, con una compleja instalación de torres de sonido y luminotecnia, con mezcladores y efectos especiales, una multitud de micros de pie e inalámbricos, sorprende ver cuánto hemos avanzado en tan escaso tiempo.

Con estos mimbres que disponíamos entonces, tuvimos en el lugar la escenificación de una obra por la compañía titular del Teatro Pérez Galdós, el concierto de guitarra clásica de Luis Gualter, la elección de la Reina de las Fiestas, el homenaje a nuestro maestro Antonio Herrera, director de nuestra banda a quien debemos la música del San Juanito, con letra de Juan del Rio Ayala, que cantaron y popularizaron Los Sabandeños, quienes también cantaron aquí en la noche de San Juan, actuación no incluida en el programa por no tenerse la seguridad de su desplazamiento. Fue una sorpresa por la gestión personal del alcalde.

Además, el estreno de la versión rock de La cantata del Mencey loco por el grupo United, el recital de los folkloristas del altiplano Los Chacai - Manta, la escenificación de una obra del Ingmar Bergman por el grupo de teatro Magesol, el teatro infantil del colegio Isabel La Católica, y el ballet contemporáneo de Gelu Barbu con una coreografía sobre la adaptación musical de Teddy Bautista llamada Ciclos sobre Las Cuatro Estaciones de Antonio Vivaldi. Pero también, cómo no, fue el escenario necesario para la realización de muchos actos infantiles y verbenas.

Pero no fue un lugar en exclusivo, pues se realizaron también otros actos culturales tanto en el Salón de la Heredad como en la Casa de la Cultura, realizándose en la primera el concierto de la Rondalla de la Universidad Laboral, y en la segunda varias conferencias, una exposición de Papel Recortado y el Festival de Cine Amateur.

EL PROGRAMA EDITADO
Desde el primer momento tenía claro que tendría que ser un mixto, entre revista y programa. Que fuera atractivo para el ciudadano y que le convenciera para acudir a todos los actos programados y participar en aquellos que le interesara.

El término de SANJUANERAS utilizado como denominación para las fiestas patronales lo rescaté de dos viejos artículos Arucas, prólogo a sus fiestas patronales (II y III) del cronista oficial Juan Zamora Sánchez publicados en Diario de Las Palmas el 6 y 13 de junio de 1961, quien acababa el segundo de los artículos referidos al s. XIX diciendo « Así eran las fiestas sanjuaneras de Arucas, a través del tiempo no han perdido el sabor canario y constituyen un marco adecuado donde recobra la vida todo lo típico y tradicional ». El término se siguió utilizando hasta el año 1990 en que cayó de nuevo en el olvido.

Como era responsable de publicidad de un entidad financiera, me fue fácil conseguir que su servicio de reprografía realizara gratuitamente las selecciones de color de portada, contraportada e interiores, eligiéndose para ello distintas fotografías alusivas a festejos y de lugares reconocibles del municipio.

Iniciábamos con un editorial, con el que transmitíamos cómo y porqué de todo aquello que habíamos preparado. Se decía:

« Arucas será una vez más la anfitriona amable de parientes, amigos y forasteros que acudirán al conjuro de sus mil flores. Quienes este año hemos recibido de la ciudad la tarea de construir sus fiestas mayores, hemos tenido sobre nuestro ánimo la clara conciencia de intentar conjugar en el programa, todo aquello que complazca a los aruquenses que estamos, niños, jóvenes y adultos, y a los forasteros que nos visiten, para que gocen de la intimidad amable de su propio hogar." Y concluíamos « En pocas palabras, creemos que amores son también buenas razones, y este amor a nuestra tierra es el que nos empuja ».

En el apartado que considerábamos revista, se incluían distintos artículos de interés cultural, económico, estratégico, etnográfico e histórico, o simplemente de entretenimiento, con firmas de reconocido prestigio.

Las páginas centrales eran ocupadas por el programa propiamente dicho, en el que la redacción rompía los moldes de anteriores programas, al objeto de informar del contenido concreto de cada acto. Se excluyeron del mismo algunos actos que no estaban aún confirmados en las fechas, aún cuando luego se realizaron. Pretendimos con esta decisión transmitir la seguridad y seriedad del largo programa, que sólo se rompería por inclemencias del tiempo.

EL VOLCÁN DE SAN JUAN QUE NO ENTRÓ EN ERUPCIÓN
Considerado inicialmente uno de los grandes números estrella del borrador del programa se había pensado que en la noche de San Juan, el 23 de junio, se simulara una erupción volcánica en el marco de la Montaña de Arucas que concluyera con una exhibición pirotécnica.

El argumento esgrimido en el borrador decía que:

« En todos los festejos de gran poder de atracción siempre existe un acto que destaca por su originalidad y tradición. Aunque en éste no exista, su realización podría ser el principio tradicional. A título orientativo te recuerdo que las fiestas son famosas en Agaete por el entierro de la sardina o la rama, en Teror por la ofrenda, en San Nicolás por el baño en el charco, en Jinámar por la caña dulce, etc. ».

A través de la productora de cine que conocía, contacté con Antonio Molina Biedma, ingeniero de Efectos Especiales Cinematográficos, que después de desplazarse a Arucas y conocer el lugar, nos hizo una descripción de como se lograría a través de una maquinaria de fabricación propia que lanzaría al aire combustible que luego prendería fuego, con una serie de rampas que simularían la lava, maquinaria e instalaciones que quedarían para años sucesivos.

Aún cuando era elevado el presupuesto que nos hizo el 3 de mayo de de 686.028 pesetas, incluido el desplazamiento y estancia de todo su equipo de seis personas, se desistió de la idea por razones de seguridad. No se ponía en duda la seguridad de la instalación, sino el hecho de que el acto se realizaría con el apagón general del alumbrado público, acompañado de la emisión de sonidos simulados de una erupción por la megafonía en el casco de la ciudad.

Eran tiempos en los que los equipos de Protección Civil no existían, y se temía que la información previa dando cuenta de que se trataba de una simulación no llegara a todos los residentes, de donde podría cundir el pánico en algunas personas. Quiero recordar que quien apuntó de los posibles infartos que pudiera causar la simulación fue Pedro Almeida. Con las precauciones que ahora se tienen, fue acertada la decisión.

LA FERIA-EXPOSICIÓN REGIONAL DE ARTESANÍA TRAS EL INTENTO DE CREACIÓN DE UN PUEBLO CANARIO PERMANENTE
La idea por la que surgió lo que se llamó Canartesan tenía la pretensión de consolidar en Arucas un espacio permanente dedicado a la artesanía y así se decía

« Como comprenderán no es un acto para un año, sino para muchos, y si las cosas marchan su tiempo de apertura podría ampliarse a la época invernal para que coincidiera con la temporada alta de turismo. No se trata de montar unos expositores, sino también puestos de confección y venta ».

Dado el proyecto permanente se creó una comisión específica en la que comparecían personas de prestigio que aportaban sus conocimientos, como eran: José Antonio Alemán, Santiago Betancor Brito, Antonio Cardona Sosa, Fernando Díaz Cutillas y Jaime Sáenz Peñate, haciendo éste último de anfitrión para que nos reuniéramos en su casa de Arucas.

Desde las primeras reuniones se fijaron los objetivos fundamentales, que no eran otros que:

A) PROMOCIÓN.- De la artesanía como objeto de decoración en hogares privados y locales públicos.
B) COMERCIALlZACIÓN.- Entendiéndose que el intercambio de fórmulas de actuación entre los diferentes artesanos que concurran, contribuya a una definición de criterios, precios y medidas protectoras, al tiempo que puedan vender las mercancías expuestas.
C) PROTECCIÓN.- Considerando que el dar a conocer sus fases de elaboración estimula a las nuevas generaciones a la continuidad de este arte popular tan nuestro y facilita la transmisión de saberes entre los propios concurrentes.

Tras el contacto con el entonces Director del Patronato de Turismo de la Mancomunidad de Cabildos de Las Palmas, Antonio Cruz Caballero con el que tenía muy buena relación, éste acordó el 28 de Abril que financiaría la estancia y el desplazamiento de siete artesanos de las otras islas.

Después de reunirnos con todos los artesanos grancanarios, labor compleja ya que aún no se encontraban censados ni asociados, solo faltaba disponer de los stand para todos los participantes, para lo cual convenimos con la Asociación de Libreros de Las Palmas traer todas sus casetas de la Feria del Libro, destinando la mitad a la artesanía y la otra mitad a los libreros.

Su inauguración se estableció para el jueves 17 de junio, coincidiendo con que era la festividad del Sagrado Corazón de Jesús, pero ya el día anterior tuvimos la primera anécdota. Cuando recibimos a la artesana de tejidos de trapera y lana de El Hierro doña Claudina García, nacida en La Sabinosa y ahijada de Doña Valentina como ella con orgullo pregonaba, quien acompañada de su marido -porque no viajaba sola como mandaban las leyes franquistas- nos confesó que era la primera vez que salía de su isla, y que les daba miedo quedarse en un hotel de Las Palmas «... por la gran cantidad de coches y ruidos para ellos que siempre estaban en la montaña entre cabras y ovejas...». Al final le buscamos alojamiento en la pensión de Pepe López en Arucas. Entrañable matrimonio de avanzada edad que ocupó muchos páginas en la prensa local.

Llegado el día 17, aunque todos madrugamos, cuando por una lado del parque se hacía la inauguración oficial con el Presidente del Cabildo Lorenzo Olarte, entre discurso y discurso, en el otro lado, corriendo rematábamos los stand de los otros artesanos que habían llegado de las otras islas la noche anterior.

Terminado el acto de inauguración, los de siempre, los políticos, se fueron a un Vino de Honor, y nosotros lo celebramos con los artesanos allí mismo, montando  un auténtico tenderete entre las casetas, pues eran ellos quienes se lo merecían.

El Canartesan tuvo una sobresaliente afluencia de público de toda la isla durante los doce días que duró, y los artesanos vendieron todo lo que traían y hacían, y,  muchas fueron las páginas que ocupó en la prensa local.

Si bien su objetivo último no se llegó a alcanzar pues el ayuntamiento no terminaba de adquirir la finca contigua al parque, el antiguo Cercado de San Sebastián, donde debería construirse un Pueblo Canario en el que se instalarían distintos artesanos y agro ganaderos para ofrecer sus productos al turismo, el Cabildo hizo suyo el proyecto para crear Patronatos y Escuelas de Artesanía esbozado por Sixto Fernández del Castillo, delegado de la Empresa Nacional de Artesanía, quien nos prestó una gran colaboración en esta feria-exposición.

En años siguientes, la Feria fue organizada por el Cabildo en el Parque de San Telmo de Las Palmas, y a partir de la misma surgió la asociación de donde nacería luego la FEDAC. Fue una oportunidad perdida por Arucas.

EL DÍA DE LAS TRADICIONES: ROMERÍA, OFRENDA Y FIESTA DEL RON
Estos actos que han venido celebrándose desde entonces, con alguna excepción, surgieron de forma espontánea en esa tormenta de ideas que se desencadenaba en las reuniones de la Comisión Organizadora de Festejos.

Algunos apuntaron que el año anterior habían estado en la ofrenda de Gáldar y que había tenido un gran éxito. Era un acto todavía novedoso y se conocían muy pocas. Pero también, eran actos muy vigilados y censurados por la Dictadura recién fallecida, que los consideraba el germen de los independismos espoleados por la izquierda roja y radical. Presuponíamos que nuestros políticos locales de entonces ni siquiera habrían leído al fallecido cronista oficial Juan Zamora Sánchez, que en los artículos antes mencionados contaba de las tradiciones en los festejos del s. XIX. También a él le acusaron de izquierdismo y le expulsaron de la enseñanza pública.

Volviendo a nuestro relato, se decidió incluirla en el programa haciéndose cargo de la misma un amplio grupo de los miembros de la Comisión, pues teníamos que movernos en todas las direcciones con asociaciones, colegios, y otros colectivos, además de localizar grupos musicales y rondallas que garantizaran el éxito, tanto en cuanto a participantes individuales, como a grupos musicales, carretas, etc. Eran contados los que entonces tenían su traje típico.

Tomada la decisión de incluirla en el programa, surgió el primer debate sobre el lugar de su inicio y recorrido. Se apuntó que se iniciara en la Hoya de San Juan, pero advertimos que solo recorrería una parte de la ciudad. Alguien dijo, y ¿porqué no desde la Acequia Alta?.

Los que apostaban por ella decían a su favor que la única procesión que en el año pasaba por allí era La Burrita, y que los vecinos engalanaban sus casas como nadie, y colaborarían con la mejor ilusión.

Este recorrido era prácticamente el histórico camino que bordeaba el antiguo Cercado de San Sebastián del Mayorazgo, junto a la Acequia de Alta; después de atravesar el Barranquillo, pasar ante la Fuente donde se llenaron tantos cacharros que mejoró la salubridad, y, la Plaza del pueblo por antonomasia; después llegaría a la Iglesia por la antigua Calle Real. Un recorrido perfecto, atravesaba prácticamente toda la ciudad y no colapsaba el tráfico rodado.

Con mucha historia en su recorrido, con muchos topónimos por recuperar, donde desgraciadamente los vaivenes políticos dejaron sus señas anecdóticas. Recordaba que mi padre me había comentado que la historia de la España del siglo XX estaba en las distintas rotulaciones que recibió una misma calle. Antiguamente se llamaba San Pedro, le siguió Pablo Iglesias, para después ser José Antonio Primo de Rivera. Hoy se le llama Barranquillo, aunque realmente el barranquillo por donde bajaban las aguas de lluvia desde la montaña es la calle dedicada al ilustre visitante Salvador Rueda. Mejor eso que testimoniar enfrentamientos inútiles.

El segundo y gran interrogante era: ¿Y el cura sacará el Santo para la ofrenda?. Como sabíamos lo difícil que sería conciliar lo mundano con lo religioso para el párroco, optamos por trasladarle la papeleta  al Alcalde. Lo consiguió  con la condición de que la romería llegara a la puerta de la Iglesia después de la misa de las once y media, y que el Santo saldría por la puerta lateral del sur y no la principal.

En cuanto a lo de la puerta elegida nunca lo entendimos, pues sacar el santo a la puerta principal ya se hacía en las fiestas del siglo XIX; no quedó mal porque allí, en el rellano por el que se accede al Archivo, instalaríamos la megafonía y en la escalera, la recogida de los frutos de la ofrenda.

Con respecto a la hora de llegada, ¡bendito problema! pues con toda la participación de grupos y carretas que luego tuvimos garantizada no habría forma de llegar hasta allí antes de la una de la tarde, como al final ocurrió.

Quedaba el último acto, que era la Fiesta del Ron cuyo nombre obedecía al reconocimiento de una industria que nos trajo la luz eléctrica y que había dado vida a la ciudad, primero como Azucarera y después como Destilería. Y además, porque desde el primer momento se puso a nuestra disposición ofreciendo gratuitamente todos sus productos y contribuyendo económicamente para la compra de huevos para sancochar, papas para arrugar, pescado salado para el sancocho, chorizos de Teror, etc.

Paralelamente se organizó un concurso de engalanamiento de fachadas para motivar vestir a la ciudad de fiesta canaria; y para obligar a los indecisos con la ropa canaria, se tomó la decisión de cerrar el Parque de San Juan para que no pudieran entrar los que no estuvieran vestidos de forma apropiada al acto organizado. La anécdota fue que un teniente de alcalde lo pretendió imponiendo su cargo, y lógicamente le fue impedida cortésmente su entrada como se había previsto con la policía local.

Llegado el domingo 20 de junio, si alguna duda nos había asaltado en cuanto al grado de participación, desbordó todos los mejores cálculos que habríamos soñado. En número de personas, de carretas, de grupos de música, y de baile, animales, productos para la ofrenda. Yo que con tanto programar, estar aquí y allá pendiente de la perfecta realización de los números de las fiestas, me había totalmente despistado de mi ropa típica; si no hubiera sido por mi familia también me hubiera quedado fuera del Parque de San Juan. Hasta el Alcalde se sumó al acto, quien entró con un burro en el parque, y alguien dijo, como Jesucristo en Jerusalén.

Y nada, o casi nada, hubo de los independistas y de los rojos que hablaban los agoreros de siempre. Lo que si hubo es la total participación activa de un pueblo en unos actos que como el programa decía, venían a engrandecer nuestras tradiciones. Casi todos acabamos de madrugada cantando polkas,  isas y folías, y ya al final, con alguna durmiente malagueña.

EL AGUADO DESFILE, LA BATALLA DE FLORES Y LAS MURGAS
La gran mayoría de los que integrábamos la Comisión Organizadora años atrás habíamos participado en la construcción de alguna carroza, y por ello sabíamos que teníamos que huir de la utilización de los furgones y camiones para las mismas, pues las cabinas dificultaban su estética y visión.

Teníamos referencias de la calidad de las carrozas de Guía que hacía mi cuñado Juan José con su hermano Tony; se realizaban sobre unas plataformas bajas que eran arrastradas por vehículos todo terreno de baja altura. Pero además, su sistema de construcción era de calidad y los laterales eran paneles cubiertos con flores de papel de color.

Nos fijamos el objetivo de fabricar unas doce plataformas y para esa labor comprometí a Juan José, y como no a David Arencibia que era concejal del ayuntamiento que en su taller podría construirlas y a precio de coste. Creo que tardó bastantes años en cobrar la factura del ayuntamiento, pero ya lo sabía y no le importó pues quería colaborar de muy buena gana.

Como había que crear una auténtica escuela de artes y oficios para el engalanamiento de las carrozas, y, aprender a realizar las flores de papel, Juan José trajo unos días a su hermano Tony para dar las oportunas clases. Como necesitábamos de un espacio para ello, pedimos la mencionada Casa de la Falange en la calle León y Castillo y en ella todas las noches se reunían todas las jóvenes y los jóvenes que querían protagonizarlas, y allí se dedicaban a hacer flores y otros adornos.

Una vez más, teníamos que garantizar el espectáculo y la participación, y lo mejor para ello fue acudir a los soportes publicitarios, materia que yo dominaba, y en esa dirección concertamos con varias firmas comerciales la publicidad en las carrozas para obtener recursos económicos para todas. Recuerdo que se hicieron de esta forma cuatro participando en sus costes la Mutua Guanarteme, los establecimientos Maya, la fábrica de la Tropical, la agencia Affiche Publicidad y, cómo no, la local La Isleña.

También queríamos convertir este acto en algo así como la Fiesta del Verano, emulando posiblemente a las Fiestas de Invierno de Santa Cruz, hoy en día Carnavales, y se nos ocurrió que deberíamos disponer de murgas y comparsas.

Fue así como comprometí a Tomás Pérez que estaba en la Comisión, quien creó, organizó y dirigió aquella que desde el primer momento se llamó Los Nietos de Kika. Recuerdo que cuando  a Tomás le di los números del arco como ayuda económica, me miró asombrado, pero como siempre era él, aceptó el envite. Bastantes años después me lo agradeció públicamente porque la fórmula la patentó y adoptó para la renovación del vestuario.

También Juan Caballero se comprometió con otra, y creó la murga Jalpargata, que editó también su cancionero. Ambas murgas recibieron como colaboración económica para su montaje y vestuario la cantidad de 20.000 pesetas, en el formato ya conocido de números del Arco que tuvieron que vender para obtener las deseadas pesetas. Inicialmente realizaron sus ensayos en la Casa de la Falange, lo que le dio por fin un alegre destino a dicho inmueble.

Invitamos también a  la comparsa Los Caribe de La Isleta para el brillante acto del Desfile de Alegría, Ilusión, Elegancia y Fantasía que anunciaba el programa que se celebraría el sábado 26 de junio. A quien no habíamos invitado y que apareció como cada año por San Juan, fueron las lluvias. Nos aguó el acto y lo trasladamos al día siguiente, que era Domingo,  con la Batalla de Flores.

LOS COCHES ANTIGUOS
Sabíamos de la pasión que tenía el Alcalde por los coches antiguos, y también que el Club existente en Tenerife los sacaba a la calle por las Fiestas de Invierno de Santa Cruz, con todos sus participantes ataviados de época.

Con relativa facilidad le convencimos para sumar este número a las Carrozas y a las Murgas, y le pedimos que invitara a dicho Club de Tenerife para que vinieran. Al principio pusieron  muchas pegas, pero desde el momento que obtuvimos una oferta rebajada de tarifas de la naviera Aucona que operaba entre las islas, les pudimos convencer.

Faltaba un club organizador para que Gobierno Civil autorizara la prueba que se llamó Rallye por imperativo legal, pero el Real Automóvil Club de Las Palmas se negaba a ello porque consideraba que iba más allá de lo deportivo.

Al final pudimos obtener la autorización administrativa al incorporar la Escudería Maspalomas como organizador, a cambio de que el circuito se ampliara al sur de la isla porque estaban los hoteleros interesados por su interés turístico, además de nombrar al Gobernador Civil como Presidente de Honor de la prueba. Con estas habilidades logramos sumar este número con un coste que se tradujo tan solo en los trofeos para la prueba. Desfilaron por Arucas el sábado 26 bajo la lluvia y el domingo siguiente con la Batalla de Flores.
 
LOS ACTOS INFANTILES
Como en la Comisión Organizadora estaba Luis Carlos, que tenía pasión por estos actos, sin dudarlo le adjudicamos su realización. Sabíamos que lo había hecho en años anteriores, como hiciera con los Festivales de la Canción.

El mayor problema para todos llegó cuando Luis Carlos nos presentó el borrador de los actos y su presupuesto. Cuando el 28 de abril nos dijo que el presupuesto ascendía a la friolera de 104.000 pesetas, a más de uno nos dio un sobresalto, y alguien dijo que se había vuelto loco, esa expresión coloquial con la que manifestamos excesiva sorpresa.

Pensándolo bien después, no era una acceso de locura de Luis Carlos. Ocurría simplemente  que se había contagiado del virus que padecía la totalidad de la Comisión Organizadora. Conocía de las grandes ambiciones con las que se estaba programando, y el capítulo dedicado a los niños no podía ser menos, tenía que ser el apropiado para un gran programa de festejos.

El programa infantil guardaba un riguroso paralelismo con lo que se programaba para los adultos, y así fue como incorporaba la elección de la Reina Infantil, unos juegos florales, un concurso de redacción, un concurso de dibujo y pintura, una simulación del televisivo Un, dos, tres, una verbena sanjuanera, un partido de futbol, y, una gran cantidad de juegos y entretenimiento para ellos, cuya realización abarcaba más allá de los siete días. Además de recuperar el salto de Petate desde la torre de la iglesia. Recuerdo que el día que tenía que dar el salto, unos por otros nos olvidamos de confeccionar el machango del Petate, pero se solucionó en diez minutos y fue algo así como un espantapájaros.

Pero de ese alto coste, casi un noventa por ciento iba destinado a los premios y al material necesario para los juegos, de donde cualquier reducción económica supondría una pérdida de valor y de su atractivo. Al final la conclusión es que dedicar menos del diez por ciento del total de un programa de festejos a los niños, es una auténtica mezquindad pensando como padres.

Una vez lo hubimos acordado, Luis Carlos se lanzó y comenzó a mandar bases, circulares e invitaciones a todos los colegios a primeros de mayo, lo que motivó una enorme participación de colegios y niños en el programa que resultó todo un éxito. De paso también les invitaba a participar en la romería. 

Al final en la liquidación de gastos, al incluir la compra a la Aragonesa de Fiestas de los gigantes y cabezudos que no estaban previstos en el presupuesto, se desvió en unas 26.000 pesetas en más, alcanzando aproximadamente las 130.000. Pero se anduvo listo y se las apañó para cubrir la diferencia con la venta de confetis y serpentinas.  No quería darnos más disgustos porque sabía que no había de donde sacar más recursos. En resumen, hubo que felicitarlo por su éxito.

LOS DEPORTIVOS Y LOS TROFEOS
De estos actos se encargó de su coordinación Pepe Luciano, por su experiencia juvenil en el futbol club Millonarios y en el Arehucas de balonmano, además de estar en activo con los veteranos.

Sé que contó con la decidida colaboración de la concejalía de Deportes que llevaba José Antonio Giráldez, con quien yo había colaborado en el diseño y arte final del material de publicidad y propaganda del Seminario Municipio y Deportes celebrado en marzo del mismo año en nuestra ciudad.

Cuando en abril ya debatíamos el amplio programa, contenía competiciones en veinte modalidades deportivas: futbol regional, de veteranos, fulbito, balonmano masculino, femenino y juvenil, baloncesto, tenis, motorismo, motocross, karts, lucha canaria, gallos, colombofilia, hockey sala y sobre patines, pájaros, tiro, etc. No se incluyó natación porque el vaso de la piscina construida años antes en el polideportivo se había rajado, por no llenarlo con agua.

Se habían preparado las bases o normas de los diferentes torneos, y ya parecía que todo estaba perfecto, pero todas estas competiciones precisaban de sus trofeos, y ahí llegaba de nuevo nuestra dolorosa. Eran nada más y nada menos que 112 trofeos y 21 placas.

Viendo todas las posibilidades por abaratar su coste y que la supresión de trofeos era impensable, optamos por comprar directamente en una fábrica de Bilbao, Orfebrería Medhur, que con los gastos de envío incluidos la factura quedaba en 70.978 pesetas.

Sobre el 25 de mayo recibíamos en Arucas las cinco cajas de 190 kilos de peso, con las que una vez rotuladas organizamos una exposición en el hall y patio del Ayuntamiento desde el inicio de las fiestas. Era todo un espectáculo, y su sola contemplación animó mucho a la participación en las pruebas.

Dado que las fiestas coincidían con el primer aniversario del fallecimiento de Tonono, se pensó por el ayuntamiento destinar a su memoria el Torneo de San Juan, y el 13 de abril se cursaba invitación al Real Madrid Aficionado, al C. D. Tenerife y a la U.D. Palmas, para que con el C.F. Arucas lo disputaran.

Como reza el dicho, no hay mal que por bien no venga. Y como no aceptaron la invitación que podría tener un enorme coste de desplazamiento y alojamiento, respiramos económicamente porque ya nos habíamos comprometido con la fábrica de trofeos. Y ello a pesar de que alguien habló con Luis Molowny para conseguirlo. También había que pagar a los árbitros y el transporte del material necesario para las pruebas que pedíamos prestado en Las Palmas.

LA OFICIAL COMISIÓN DE FIESTAS Y EL PREGÓN
Pero la Comisión Organizadora no era muy bien vista por la corporación municipal. Desconozco si influyó en ello el altercado con un teniente alcalde en la Romería, o simplemente el verse marginados. Solo participaban con nosotros, un poco a escondidas, David Arencibia y José Antonio Giráldez.

Supe que alguno de los concejales me habían colgado la etiqueta de submarino, con la que denominaban a todos aquellos que atrevidamente se oponían al régimen. Sería porque leía Cuadernos para el Diálogo y Cambio 16, o porque era nieto de un carpintero y de un zapatero. ¡Vaya usted a saber!. Como yo había estrenado coche por aquella época, a pagar como todo cristiano con las santas letras, alguno llegó a injuriar que me lo había comprado con los dineros de las fiestas.
No importaban las injurias o lo que fuera. Consideraban invadido su coto vedado por extraños al régimen. No terminaban de asumir que se estaban acabando aquellos tiempos en los que no se toleraba defender la dignidad humana o los principios de equidad.

Lo cierto es que en la semana de la fiesta mayor el Pleno del Ayuntamiento aprobó la constitución de una Comisión de Fiestas compuesta exclusivamente por concejales. Esta decisión puso a nuestra Comisión Organizadora en un trance, estando a punto de romperse. El Alcalde nos informó que esa Comisión oficial se constituía exclusivamente por imperativo legal, pues era necesaria para aprobar el pago de los gastos de la fiesta. Y nos garantizó que no intervendría en el programa para nada.

Aunque sabíamos que se había creado por las presiones de determinados concejales, aceptamos la garantía del Alcalde y seguimos adelante. Era notorio que alguno de estos concejales estaban a disgusto desde el nombramiento del Alcalde. Hasta el cura Don Juan Guzmán le retiró el adiós a la suegra del nuevo Alcalde, manifestando así su disgusto al no haberse nombrado alcalde a quien le invitaba a comer en su casa. Pobre de mí, y yo que había creído siempre que el tratamiento de Don se daba a las personas cultas.

El anfitrión de nuestro cura, en un alarde de mando,  ya había intervenido y propuesto nombrar pregonero a Tomás Godoy González, residente en Madrid; debió fracasar en su intento, pues el pregón fue escrito y leído por Ervigio Díaz Bertrana el día del Santo, a través de una grabación en Radio Atlántico ya que se encontraba convaleciente en Andorra.

Curiosamente el pregón escrito acababa con un verso que decía:

« Vuestra andanza ha sido
una feroz cabalgada.
Galopante unas veces,
otras veces frenadas ».

Sin pretenderlo, aunque el verso se refiriera a nuestra ciudad, parecía describir el devenir de la abierta Comisión Organizadora de Festejos, ante los intentos de ser frenada y sepultada por la oficial Comisión de Fiestas.

El pregón no lo considerábamos una intromisión. Nunca estuvimos por la labor de incluirlo en el programa; nos parecía entonces un acto de boato del que huíamos, porque siempre estaban llenos de silencios y "falsas flores" y ocultaban la realidad, la humanidad de sus gentes. Hoy en día son otra cosa muy distinta, al menos en la teoría.

EL ORGULLO DE SER SANJUANERO
El programa de actos en el que la Comisión Organizadora de Festejos puso todo su empeño y trabajó con ahínco en el primer semestre del año 1976, se inició el sábado 5 de junio y acabó el domingo 4 de julio. La liquidación de todos los ingresos y gastos se realizó meses más tarde, el día 26 de enero de 1977, entregando en el ayuntamiento 2.907,50 pesetas de sobrante.

La repercusión que tuvieron las fiestas en los medios de comunicación de la provincia fue muy importante y de los recortes de prensa que tengo, puedo decir que prácticamente durante todos los días del mes de junio se hablaba de Arucas, y en seis ocasiones lo fue a toda plana, dos de ellas a doble página.

El gasto total aproximado de dichas fiestas fue de un millón cuatrocientas mil pesetas, de cuyo importe habría que deducir los ingresos por la recaudación del Arco, la publicidad en las Carrozas, y las subvenciones obtenidas del Patronato de Turismo y otros organismos, por lo que pudo quedar en un millón.

Nuestro mejor colaborador puertas adentro del ayuntamiento fue José Antonio Álvarez, a quien siempre teníamos a nuestra disposición para todos los problemas burocráticos y administrativos, o para que con los típicos saludas de la alcaldía nos abriera muchas puertas en organismos y empresas. Siempre amable e incansable. Tampoco puedo olvidarme de Paco Juan Guerra que consiguió movilizar a los contribuyentes de siempre para el Arco sorteado, o para darle ritmo a los tesoreros municipales en el pago de las obligaciones.

Los miembros de la Comisión Organizadora pusimos todo nuestro empeño en lograr el éxito alcanzado. Y en el camino, algunos nos dejamos siete quilos de nuestro peso y hasta corrimos el riesgo de que nuestra familia nos echara de casa. Invertíamos muchas horas cada día en el empeño. Un año después llegarían los cantares y los tiempos de libertad sin ira.

EL HECHO SOCIOLÓGICO
Pero frente a todo ese esfuerzo, a todo ese trabajo, quedó demostrado el ensayo sociológico. Por aquellos tiempos, se decía En Arucas, reunir a más de cuatros personas para algo, es imposible. Más aún en la proximidad de la muerte de Franco. Después de muchas conjeturas e investigaciones, mi hipótesis sobre esta afirmación se remontaría a la propia historia de nuestra ciudad, desde los primeros siglos, y más intensamente, desde la segunda mitad del siglo XIX, cuando tuvieron lugar acontecimientos que marcarían el devenir futuro del municipio, historia que merece ser contada y así lo haré.

Esta intrahistoria de Arucas devengaría en la población aruquense obligados alineamientos sociales, de donde cada uno de sus ciudadanos se cuidaba con quien estar o no estar para que no le señalaran. Ya en el siglo XX la fractura social entre patrones y asalariados de alguna forma habilitaba a los intolerantes para que sembraran el miedo entre la pacífica población.

La hipótesis basada en los acontecimientos históricos de siglos sustentaría y explicaría esta realidad, y da cobertura a esa afirmación sobre la imposibilidad de  reunir a más de cuatros personas. Era muy difícil reunir a tantas personas, con ideas distintas, en un mismo objetivo. Pero por una vez !tachán¡, lo logramos y todos empujamos en la misma dirección, viniendo a demostrar que es posible la convivencia entre vecinos cuando tienen que defender un bien común, con el respeto mutuo a la dignidad de las personas, a las ideas individuales de cada uno, y sobre todo, dejando fuera las banderas, las camisas azules y los pañuelos rojos.

En la actualidad, los tiempos que corren son otros. Muy distintos a aquellos de grandes silencios. Algunos dicen que hay crisis de valores, pero pudiera ser que la crisis sea de liderazgos, o que los líderes se han olvidado de los valores. Quizás sea el momento que nos olvidemos de arquetipos y busquemos la coincidencia, la convergencia, la convivencia. Que sumemos y no restemos. Es una buena receta que a nosotros nos dio buen resultado. Ahora todo puede ser más fácil, porque ya se han roto muchos silencios, porque se aprende de los errores históricos.

Algunos de los protagonistas de este relato, que como todos contribuyeron a su éxito, sólo están ya en nuestro recuerdo. Para mí, ha sido bonito e importante recordarlo y contarlo. Me ha permitido volver a convencerme de que lo hicimos bien, y que no hay que silenciar los hechos, ni los antiguos, ni los de ahora, porque todo puede volverse positivo siempre que seamos tolerantes.

Humberto Pérez Hidalgo © 2011


Presa por desidia



Dice el diccionario de la Real Academia Española que la desidia es en sentido figurado negligencia o inercia. Sus sinónimos son también abandono, abulia, dejadez, descuido, desgana, desinterés, holgazanería, inapetencia, incuria, pereza, vagancia,…

¡Cuánto anhelo sus antónimos de cuidado, diligencia, celo, laboriosidad, ...! En mi pétrea condición como elemento compositivo y decorativo importante de este singular edificio de la primera década del pasado s. XX de esta ciudad, de cuyas entrañas me extrajeron, hoy quiero elevar mi silenciosa y lastimera voz para reclamar mi libertad. Soy  el más claro ejemplo del triste acontecer del siglo XXI.

Desde aquellas primeras generaciones que allá por el siglo XV vieron en mí que como hermosa piedra azul, era extraída de las entrañas de Arucas con el esfuerzo  y la maestría del buen cabuquero para no romper la hebra en aquellas históricas vetas muchas ya desaparecidas. La Azucarera, El Cerrillo, La Goleta, El Mirón, etc., son ya recuerdos de mis cunas.  
Primero sigilosamente, una cuña, después, otra, y otras más, hasta encontrar el quiebre de mi hebra. Después el ritmo era marcado con sonoros instrumentos como el marrón, la barra y el pico de recalar, hasta que un bloque de mí se desprendía de la veta, para pasar a las manos del entallador, quien sabiamente y conociendo el destino de cada una de mis imaginarias partes, en un nuevo ritmo marcado por más cuñas, el pico y ese pequeño marrón llamado mandarria, con la ayuda de escuadras, realizaban mi despiece en diferentes trozos.

Ya las partes de mi cuerpo tenían la dimensión apropiada, y el cantero empezaba a dibujar con su lápiz en cartones, que forma habría de tener y que función tenía que prestar. Sencillamente, definía mi belleza y mi prestancia. Paso a paso, golpe a golpe, se aproximaba mi destino final. El labrante tallaba y sacaba de mi alma y de mi cuerpo la belleza en múltiples formas, aquello que había abocetado el cantero; formas de seres humanos, de animales, flores, o simplemente, dibujos geométricos. Interpretaba para mí la última danza con compases, escuadras y metros; bailaban los cinceles, punzones, trinchantes, fiadores, plomadas, y escoplos. Toda una gran orquesta y un maravilloso cuerpo de baile para quedar en mi escenario final, el de mi soñado destino.

Durante muchos siglos he sido protagonista de multitud de edificios de esta ciudad de Arucas, unos más monumentalistas, como nuestra llamada "Catedral" o como éste de La Heredad, y otros simplemente como arquitectura doméstica, unas suntuosas, otras más humildes moradas del vecindario, pero todos ellos orgullosos de tenerme en sus fachadas, y ahora presos de estas modernas cadenas. Me convirtieron en el sello de identidad de esta tierra, signo de fortaleza y de señal palpable de que sus gentes superaban con trabajo las cíclicas crisis de los monocultivos. Así lo manifestaron con la renovación del paisaje urbano.

Tiempos hubo en que los cabuqueros, entalladores, canteros y labrantes que me hacían las lisonjas y caricias se contaban a miles en las distintas canteras. Muchas de mi pétreas hermanas fueron llevadas a todas las islas, y hasta hubo algunas que cruzaron el océano para llegar a las tierras americanas donde se asentaron los isleños: La Habana, San Antonio, Venezuela, Colombia, Uruguay,…

He compuesto y decorado ayuntamientos, iglesias y heredades, molinos, castillos y portadas, puentes, cantoneras y acequias, hornos, bancales y hasta cercados. Incluso aquellas que no pudieron ser talladas en los despieces, mis hermanos menores los ripios,  contribuyeron a la construcción de muros, sillares y pilares.

Sé que vivimos otros tiempos, donde ahora mi arte ya no es artesanal, donde las nuevas técnicas facilitan el nuevo arte, no mejor, sino distinto, más mecánico. Donde la música con la que me elaboran es unísona, con un único tono, con una sola nota, algo aburrida, más acelerada.

Siempre, durante muchos siglos, aún estando inmóvil en el maravilloso lugar en el que estoy y para el que fui esculpida, sintiéndome orgullosa por ello, me encontraba libre, sin ataduras.

La desidia del cableado (www.arucasdigital.com)
¡Porqué tanta desidia! No termino de comprender a los seres humanos de ahora. Mi meta no era ésta, que empresas eléctricas y telefónicas abaratando los costes de sus conexiones me encadenaran, me ataran, me condenaran, me afearan. Y todo ello, por sus dividendos.

No valen lo suficiente todas las declaraciones de protección que se hacen, pues al final el poder de la cotización en la Bolsa es superior. Solo pensar que el soterramiento de tanta conexión puede generar tanto puesto de trabajo como el que hubo en las canteras de antaño, me produce desencanto e incomprensión. Es el desencanto por la miseria humana.

Y tu, ser humano que te dedicas a la política, que dices administrarla ¿qué haces que no lo impides?.

Estas son algunas de las cosas que no demandan grandes esfuerzos económicos para realizarlas, para ejecutarlas. Hace falta grandes voluntades. Simplemente, asumiendo su exigencia y cumplimiento, obligando a aquellos que sí tienen esos enormes recursos económicos y cuyos costes repiten una y otra vez a todos sus usuarios. Para que sean respetuosos con mi entorno. Y es que al obligarlos a soterrar las conducciones, generarás muchos puestos de trabajo. Y de paso, me liberarás. Así de sencillo.

No he matado, no he robado, no he sido sentenciada por ninguna causa penal, administrativa o social. La única corrupción por la que he sido imputada es la de los elementos que contaminan mi consistencia,  mi vida misma. No es justo que esté presa.

Quítenme tanta atadura, tanto cable, tanta cadena, tanto poste de amarre, quiero la libertad de mi belleza, de mi historia, y posiblemente así, podrás ser tu también más libre y más digno. No quiero seguir siendo presa de la desidia humana. 

Humberto Pérez Hidalgo © 2010

sábado, 5 de mayo de 2012

Juan Vicente Sánchez Castro «¡Juanillo!»



Corría el año 1925, ¿el día?, ¿la hora?, ¿el mes? da lo mismo, total ¿para qué?. Lo cierto es que esa mañana, el cielo había amanecido un tanto opaco, con un color plomizo, con muchos cúmulos o cirros de nube, que de alguna forma tamizaban los rayos del sol. El tiempo amenazaba lluvia o quizá granizo, porque todavía por aquellas fechas en Canarias llovía con cierta asiduidad y hasta los barrancos corrían llevando bastante caudal de agua, cosa que hoy en día y tras años de una pertinaz y más que agobiante sequía, los más jóvenes casi ni han visto ni en sueños.

1925 (Adolf Jessen - Fedac)
Ese día, tal vez para muchos un tanto desapacible, iba a ser un día feliz para una humilde familia que, a la sazón, residía allá por lo que se llamaba “El Barranquillo”, es decir en la calle que partiendo del parque de San Sebastián (hoy desaparecido) ubicado en el frontal del ayuntamiento, corría hacia la Acequia Alta camino de Transmontaña y Cardones.

Ese día era el señalado para que viniese  una criatura a este mundo, esperada con ansiedad por su madre, ya con los típicos dolores de parto y por toda su familia. En aquellos tiempos no se acudía a parir a la clínica ni al hospital, tampoco existía la anestesia por goteo ni la inyección epidural, que aminorase los dolores, no, no existía nada de eso y todo se producía en casa y tal y como la madre naturaleza había previsto que sucediera. A todo reventar se tenía la ayuda de una partera o comadrona, no por el título que obstentara, sino por la práctica que tenía en tales menesteres tras haber asistido a un sinfín de parturientas de la época.

Y llegó a tiempo la partera, el tiempo justo para calentar un poco de agua y tenerla preparada para proceder a la limpieza que, posteriormente al parto, se hace tanto al recién nacido como a su progenitora, porque sin hacerse esperar dio señales de vida la criatura que de inmediato y tras el correspondiente corte del cordón umbilical y el consabido “tortazo”, daba sus primeros esperríos para repetirlos posteriormente tras tomar la correspondiente ración de aire en sus pulmones recién estrenados en este mundo. ¡No sabía la criatura, cuantos problemas iba a tener posteriormente con el correr de los años!.

¡Es un niño!, gritó la partera mientras lo sostenía en el aire agarrado por los pies y mientras iniciaba la labor de higienizarlo (antes no existían las ecografías que con antelación nos indican el sexo de lo que va a nacer, con lo que nos quita esa ansiedad, esa  ilusión , incertidumbre y emoción de esperar al momento del nacimiento para saber si lo que ha nacido es un niño o una niña) y a renglón seguido lo depositó en los brazos de su madre, que con todo el cariño del mundo ¡el cariño de una madre!, lo apretujó entre sus brazos dándole el calor que necesitaba pues ya la criatura, aún desnudita y en espera de que lo empezasen a ataviar con sus ropajes, empezaba a tiritar de frío.

La noticia, como pasa siempre, se extendió rápidamente por la vecindad y a renglón seguido empezó el jubileo de vecinas y vecinos, unas y otros felicitando a los padres y tertuliando ellas con la madre y ellos con el padre y los hermanos, mientras empezaba a correr el buchito de café de un lado para otro (las cafeteras no daban abastos y los cucuruchos coladores se sucedían uno tras otro) y los piscos de ron, anís o licores para festejar el feliz acontecimiento se desparramaron a destajo.

Como suele pasar en todas partes, para los asistentes el niño era muy bonito (¿por qué será que todos los niños que nacen son bonitos y guapotes al decir de los que nos visitan, cuando por regla general y salvo excepciones, todos los recién nacidos por la flacidez de la piel, las arrugas de la misma y color con que nacen, suelen ser más feos que Picio?), para unos tenía un parecido total con el padre, pero los ojos son de la madre. Para otros no cabía la menor duda que la nariz que tenía, era la de la familia Sánchez (por su padre), pero la cara, los ojos  y la boca son de la familia Castro (por su madre), vamos que como diría el del chiste, solo faltaba que el niño dijera aquello de “y los pañales de mi abuelo”. En fin, todas esas tonterías que, por decir algo, se suelen decir en este tipo de casos a falta de otros argumentos de conversación.

1925 (Fernando Baena - Fedac)
A los pocos días, con una cohorte de asistentes, padre, madre, hermanos, familiares y vecinos mas allegados, se llevaba a cabo en la iglesia de San Juan Bautista el acto de administrarle el sacramento del Bautismo. ¿Cómo se va a llamar? Preguntó el sacerdote oficiante. Juan Vicente, contestaba el padrino rápidamente ante el asentimiento del padre y los demás presentes. El cura, levantando el recipiente litúrgico, tras haberlo llenado de agua bendita y mientras lo vertía haciendo la señal de la cruz sobre la cabeza del neófito, decía: “Juan Vicente, yo te bautizo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”.

Ya era un ser cristiano, ya había dejado atrás el mundo de los catecúmenos para ingresar en el colectivo más extendido del mundo, como es el colectivo Cristiano, Católico, Apostólico y Romano.

Y empezó su andadura por este mundo nuestro, pasó sus primeros años como los pasaban todos los niños de la época, entre pañales hechos a base de cachos de sacos de azúcar, azaleas de baifo en la cuna para aguantar los orines y toda esa parafernalia que nuestras madres se tenían que inventar antes (no existían los pañales de usar y tirar de hoy en día) para tener siempre al niño bien atendido y sequito. Los pañales, de fabricación casera se lavaban, se tendían a secar y volvían a reutilizarse.

Fue al colegio y allí aprendió lo más elemental, no mucho por cierto, pero sí lo suficiente para saber contar aunque sólo fuese hasta veinte o treinta. Y no aprendió más porque, desgraciadamente para sus padres y familiares y, por supuesto, más desgraciadamente para él, pronto se le detectó una minusvalía cerebral y una falta de lucidez en sus neuronas que le impedían progresar en sus conocimientos y así fue como poco a poco y con el paso de los años se fue convirtiendo en una persona retrasada, aunque para la ciudad de  Arucas , fue un personaje emblemático, señero, popular y típico.

Todas las ciudades tienen a su personaje popular, esa persona con la que todo el mundo tiene que ver, a la que todo el mundo le gasta bromas, unas de buen gusto y otras con alguna “mala uva”, pero que en definitiva es símbolo de la ciudad y a la que, a pesar de todo, todo el mundo respeta y le admira.

La aruquense Lolita Pluma (Gofiones.com)
En Las Palmas de Gran Canaria, ¿quien no recuerda a Andrés “El Ratón”, con su guerrera militar cargada de medallas o a Lolita Plumas, con su pintarrajeada cara, su especie de minifalda y su cajoncito para vender, cerillas o tabaco?.

En Guía-Gáldar, ¿quién no recuerda a Tomasín, con su mirada fija y desafiante, al mismo tiempo que dirigía, a su modo, la circulación?

En Arucas  ¿quién no recuerda a Pepe el Bobo (con sus seis dedos en cada mano), a Juan el Claro con su mirada vidriosa y ojos saltones, con su caminar pausado y sus espaldas anchas? Y ¿quién no recuerda, aunque no eran de Arucas pero si la frecuentaban asiduamente, tanto a Pepe Cañadulce con su tambor y su gran “fonil” a modo de megáfono anunciando los distintos eventos de las fiestas?, ¿quién no recuerda a Vicente Faltaleches, con sus piernas torcidas y sosteniéndose sobre un gran palo a modo de bastón, mientras solicitaba aquello de “una peseta Maliquita”?.

 ¿Y quien no recuerda en Arucas a Juan Vicente Sánchez Castro?, quizá dicho así a muy pocos le suene el nombre, porque él ha pasado a la historia de Arucas con el sobrenombre con que desde niño fue apodado: JUANILLO.

Juanillo era un personaje, a veces alegre, otras veces gruñón, a veces saltarín y otras veces cabizbajo y meditabundo. Se sentía y lo sabía muy bien, el centro de todas las miradas, de todas las bromas y de las más disparatadas gamberradas, en el sentido más sano de la palabra.

Se le apodaba, no sé por qué, Juanillo “El Podrío” y digo que no sé por qué, porque nunca me supe explicar el motivo de dicho sobrenombre ya que, a fuer de sincero, siempre iba como un palmito de limpio. Su hermana Fefa, que en aquellos tiempos trabajaba como empaquetadora en el almacén de Los Rosales, lo tenía siempre, como se suele decir, “de punta en blanco”. Vestía chaqueta y pantalón color gris, el tipo de tela no sabría decir cual era porque no entiendo mucho de ello, unos dicen que era tela de lino, otros que era de hilo, otros que era de dril, pero lo cierto es que era el típico estilo de tela que se llamaba “ropa de lechero”. Vestía así mismo, camisa blanca con rayas, no llevaba corbata pero sí una boina negra que a veces se calaba hasta las mismas orejas, pero que continuamente estaba sobando entre sus manos para volver a colocársela debidamente sobre su cabeza. Calzaba siempre alpargatas de la época, siempre bien atadas, lo que le permitía una agilidad de movimientos y una rapidez endiablada en su carrera.

Su hablar era tartamudeante, la saliva le sobresalía por la comisura de los labios y la rapidez de sus movimientos podrían coger por sorpresa a más de uno que le diese una  broma, que a su entender no le hiciese gracia.

A Juanillo, se le veía diariamente en la plaza de Arucas a la espera de la llegada de los coches de hora o de los piratas. Los paquetes que venían en los mismos y que, lógicamente tenían sus destinatarios, eran encargados a Juanillo para que los llevara a su destino previo pago correspondiente del servicio de transporte (una, dos o tres pesetas de las de entonces).

Encargarle a Juanillo el transporte de un paquete, era más seguro que encargar un envío por Correo Certificado. Lo que le entregabas a Juanillo podías estar seguro de que llegaba a su destino. Si le decías que el paquete había que entregarlo a Fulano de Tal, era Fulano de Tal quien lo recibía, ni el hermano, ni el padre, ni Dios que bajara a la tierra. Si no estaba Fulano de Tal, Juanillo volvía otra vez con el paquete sin haberlo entregado. Tanto era su celo por cumplir que hasta ese extremo llegaba.

Y cuando le encargabas de llevar algo y le decías que el destinatario era el que le tenía que pagar, él lo llevaba pero ya podías decirle lo que quisieras, que si no le pagabas no te entregaba el paquete y se volvía de nuevo con el mismo. Yo recuerdo en cierta ocasión que le enviaron con una caja a Visvique a llevar algo a la tienda de Melito (q.p.d) y allí se encontraban, aparte de Melito, otras personas entre las que estaban, por citar a algunos, Pepe el grande y Goyo, personas a las cuales les gustaba una mataperrería más que comer y cuando llegó Juanillo con la caja, intentaron convencerle de que la dejara y que en Arucas le pagaría la persona que lo había mandado a Visvique. Naturalmente Juanillo no hizo caso de ello y cogiendo la caja nuevamente, se la echó al hombro y con paso más acelerado aún que con el que había venido, retornó a Arucas con la cajita de marras.

A causa de esas bromas y en momentos en que le cogían desprevenido y soltaba el paquete que llevaba antes de cobrar, le vi derramar lágrimas de impotencia al sentirse humillado y engañado.

En otra ocasión, le enviaron a la Hoya de San Juan a llevar un ataúd de esos pequeñitos y blancos para una niña de corto tiempo que había fallecido. La persona que debía recibir el ataúd, tenía que darle dos pesetas por el servicio , dos pesetas que en aquellos momentos no tenía y Juanillo se volvió para Arucas cargando nuevamente el ataúd.

Juanillo era amable cuando era amable y huraño cuando era huraño. Siempre llevaba una bolsa/talega, donde iba metiendo el dinero (perras chicas, perras gordas o pesetas) que iba obteniendo por sus servicios. Continuamente lo veías sacando el dinero de la talega que siempre llevaba (con sus correspondientes cordones para atarla) y con su mano izquierda (él era zurdo) lo iba contando para saber cuanto tenía. Lo metía nuevamente en la bolsa/talega, para, al cabo de un cierto tiempo, volver a empezar con el mismo rito. 

Juanillo repartía el periódico en Arucas, desde la plaza hasta el Terrero y desde la plaza a la Goleta. Había gente que estaba abonada a la que se lo llevaba todos los días sin faltar y con los periódicos que sobraban se ponía por toda la plaza de un lado a otro hasta acabar con ellos.

Pasabas a su lado y por ver su reacción le preguntabas: ¿Juanillo, cuántos periódicos te quedan? Y él contestaba cuantos le quedaban con una precisión de relojería suiza. Pero si lo querías alterar y le decías que allí habían más de los que él decía, podría pasar una de dos: o que se pusiese a contarlos delante de ti para demostrártelo y entonces la risa de él le llegaba de oreja a oreja,  o que te soltase una fresca y se mandase a mudar porque entonces se ponía “histórico”. Si, he dicho “histórico”, no me he equivocado porque la verdad es que te nombraba a tu padre, a tu madre y a todos tus antepasados.

Cuando sonaban las campanas de la iglesia, lo veías contento contando una tras otra: Una...dos...tres...cuatro...cinco...¡son las cinco! gritaba y se ponía más contento que unas castañuelas. Pero Juanillo, si ha dado seis campanadas, es que son las seis, le decías. Se te quedaba mirando y a renglón seguido te soltaba una sarta de tacos y de insultos que, de la forma en que los decía y con la tartamudez que arrastraba, hasta resultaban graciosos.

Podías darle las bromas que quisieras, pero tenías que procurar que no se sintiese burlado, porque entonces te podías convertir en pasto de sus iras. Sabía llevar las bromas e incluso él mismo te acompañaba en la risa, pero burlarte de él ¡ni se te ocurriera! Porque lo podías pasar mal.

Cuando le pagabas el periódico le podías dar de más, que él te devolvía. Si lo que te sobraba no era mucho y le decías que se lo quedara, la cara de alegría era enorme y los saltos que daba eran propios de cualquier malabarista de circo, pero si por darle una broma le dabas de menos y te emperrabas en no darle lo que faltaba, ¡Madre mía! ¡La de San Quintín!, porque te ponía de insultos como una fregona y no paraba hasta que entrases en razón y le dieras lo que faltaba.

Si por casualidad, llevabas intención de gastarle una broma pesada, que él se sintiese ofendido, humillado y menospreciado, tenías que ser precavido y poner tierra de por medio antes de que él reaccionara porque: 1º.- Corría como un demonio. Tenía una agilidad en la carrera, que ni la de un conejo y como no hubieses puesto suficiente distancia de por medio, te alcanzaba y ahí, en el cuerpo a cuerpo, o (como se dice hoy) en las distancias cortas era intratable. 2º.-  Si por casualidad se agachaba a coger una piedra, ya te podías alejar lo que quisieras que, como no tuvieses un buen parapeto, te la llevabas. ¡Que puntería tenía el niño! Ya dije antes que era zurdo, pues con la zurda cogía una piedra y era capaz de romper una bombilla a casi ochenta metros de distancia, así que ya te puedes imaginar lo que tenías que hacer cuando, por molestarle, veías que se agachaba a coger una piedra para defenderse.

Su familia, consciente también de la dificultad de Juanillo, le arropaba continuamente y le apoyaba en todo lo que hiciese falta. Su hermana Fefa en el cuidado y limpieza tanto de él como de su vestimenta. Su hermano José, un hombre noble como persona del campo, rudo en sus modales por el trabajo que desarrollaba, serio en su forma de ser, con un corpachón guanche, pecho ancho, brazos fuertes y mirada atravesada, era capaz de retorcerte el cuello como a un pollo, si tenías la mala suerte de que pasara por el lugar de la escena, cuando te burlabas de  Juanillo o le estabas insultando. Tenías que ahuecar el ala o lo llevabas crudo.

Anécdotas de Juanillo se cuentan muchas. Unas puede que sean verdad, otras es posible que sean fruto de la imaginación, pero unas y otras valen la pena recordarlas. Si tiene en su familia a alguien que conviviese y conociese a Juanillo, dígale que le cuente alguna, seguro que le encantará escucharla.

Cuentan que un día, merodeando por los alrededores de la plaza de San Juan, junto a la iglesia, el cura “chico”, D. Francisco Hidalgo, se dirigió a él y le preguntó: “¿Juanillo, donde está Dios”? y Juanillo, con su voz tartamudeante y como aquel que quiere quitarse una culpa de encima le contestó: “Y...y...que...que... ¿a...a...mí qué...qué...me pregunta? ...¡si...si... se le... peeerdió... búsquelo...coño!.  Y así, como esa, muchas más, que sería bueno que nuestros antepasados nos hicieran revivir.

Cuentan, también que en cierta ocasión se le oyó decir con mucha sorna y alegría: “Que....Que....eeeen...eeen...mi...familia...hay cuatro....queeee....se llaman Pepe” y empezó a enumerarlos : Pepe, mi padre, Pepa  (por su hermana Fefa), Pepita la que va al colegio (una sobrina) y...y...y....la señora Pepa (una tía)”.  Cuando los que estaban a su lado le replicaron :”Que no son cuatro Juanillo, que son cinco con tu hermano”, a lo que él contestó:”Aaaal...coño...tu...tu.. tuuu...madre, ¡ca..ca...carajo!, que...eeese... seeee llama  José”.

Monumento a Juan Vicente Sánchez Castro, Juanillo
donado a la ciudad de Arucas,
 por la Afilarmónica “Los Nietos de Kika”.
Era al día siguiente de Reyes y Domingo (omito el apellido por razones obvias) se cruzó con Juanillo, junto al ayuntamiento. ¿Qué te trajeron los Reyes, Juanillo?. Y siguió calle arriba hacia la “Gota Leche”, cuando al llegar arriba se dio cuenta que Juanillo le había seguido calle arriba, arrastrando con su tartamudez un  simpático: “¡eee...eel...eel....co...co...eeel...eeel....co...coño tu madre!”, se dio la vuelta y se volvió hacia la plaza. ¡Constante sí que era!.


En fin, muchas cosas me vienen a la memoria, pero que  citarlas harían este relato demasiado extenso, solo me queda por expresar el agradecimiento que debe de tener la ciudad de Arucas a la Afilarmónica “Los Nietos de Kika” y a su fundador y director durante muchos años, Tomás Pérez, (que desde el cielo nos estará contemplando), porque gracias a ellos, hoy se rinde homenaje  en la ciudad de Arucas, perpetuando su figura, con el monumento a Juan Vicente Sánchez Castro “Juanillo” que se  exhibe en la esquina que forma la acera delante del Ayuntamiento de la ciudad y el bar Dávila (hoy bar Eduardo) , lugar donde debe permanecer dicho monumento, por muchos años.
 
Fue en el año 1985, recién había cumplido sus 60 años, cuando, con la misma humildad que vino, se nos marchó. Sin ruidos, sin alharacas, sin causar molestia alguna a nadie, se nos iba para siempre dejando a la ciudad de Arucas huérfana de representatividad popular. Aquel día, hasta el cielo se quiso solidarizar con la efemérides, el sol lucía radiante, el cielo estaba completamente azul sin una nube que lo obstaculizara, aunque alguna que otra se paseaba por su semblante, para refrescar la  temperatura y hasta el reloj de la iglesia (roto y  parado por aquellas fechas) pareció congelar el paso del tiempo.

La asistencia a su sepelio se convirtió en una cita multitudinaria. Toda  Arucas en peso se congregó para darle su último adiós, hasta las campanas de la iglesia sonaban distinto ese día, parecía que no doblaban, como siempre, a difunto, era como si ese día en  sus lánguidos tañidos se imaginase uno, el inicio de los acordes de  un aleluya. Es que no era otra cosa sino que con Juanillo se perdía a todo un personaje popular, carismático, señero y símbolo identificativo de la ciudad. Ese año nos dejó para siempre, ¿la hora?, ¿el día?, ¿el mes?, da lo mismo, total ¿para qué?.

Para terminar, sólo me queda dedicar unos versos en recuerdo de Juanillo, pues así como Braulio cantó a Lolita Plumas, cantó a Tomasín y  también alguna murga de Las Palmas de Gran Canaria ha cantado a la memoria de  Charlot, algún grupo de Arucas debe perpetuar la memoria de Juanillo con alguna canción.
 
Mis humildes versos, parafraseando la canción de la malograda Cecilia, “Desde que tú te has ido”, son estos:
 
Desde que tú te fuiste
desde que te has marchado
Arucas está triste
pues en falta te ha echado.

Muy solos nos dejaste
guardando tu memoria
mientras tú te marchaste
derechito a la gloria.

En este Arucas nuestro
cuna de piedra y agua
hay un clamor de aliento, Juan
que tú nos prodigabas.

Desde que tú te fuiste
desde que te has marchado
en este Arucas triste
es que nos falta algo,

seguro no es el aire
ni tampoco es la luz
lo que echamos de menos, Juan
es que nos faltas tú.

No existe esa alegría,
que prodigabas tanto
humilde y en silencio, Juan
quiero cantar, mi llanto.

Humilde y en silencio, Juan
quiero cantar, mi llanto.


Armando Ramírez Sarmiento © 2002